Ermita de Sant Joan d'Horta, 1917
La Ermita de Sant Joan d'Horta evidencia, como gran parte de la producción artística de este momento, una cierta sintonía con el gusto fauve. La libertad con que Miró interpreta el paisaje y la sustitución de los colores reales por colores vivos lo acercan al fauvismo. Sin embargo, otros aspectos, como las pinceladas ásperas, a menudo caprichosas, y la presencia de tonos apagados, lo distancian de esta escuela francesa.
La estrella matutina, 1940
A finales de 1939 estalla la Segunda Guerra Mundial y Miró se traslada a Varengeville-sur-Mer, en Normandía. Miró siente el deseo de evadirse de la realidad que lo envuelve. La vida retirada favorece este proceso de introspección, en el cual tienen un papel esencial el cielo y la noche con sus astros. Las Constelaciones, una serie formada por veintitrés aguadas sobre papel, parecen querer reflejar el orden del cosmos, con figuras ingrávidas que hacen referencia a la tierra y que comparten la existencia con una multiplicidad de signos celestes.
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El acomodador del music-hall, 1925
Más de cien cuadros realizados por Miró entre los años 192 y 1928, conocidos como "pinturas de ensoñación", constituyen una producción caracterizada por elementos muy estilizados que evolucionan libremente en un espacio monocromo. Si bien el punto de partida está directamente vinculado a lo real, la magia de la atmósfera que envuelve estas obras las sitúa en un terreno claramente poético.
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